jueves, 27 de enero de 2011

[OOOOOII] by Lal [Squalo x Yamamoto]

Al salir de la base Vongola, Yamamoto alzó la cara, borró la sonrisa que siempre mostraba y dejó que la lluvia acariciara su rostro y se llevaran, bien lejos de él, las lágrimas caídas. La muerte de su padre lo golpeaba una y otra vez con más fuerza, inundando de tristeza hasta el lugar más recóndito de su corazón.

Respirando hondo, Yamamoto empezó a caminar por el pequeño bosque hasta llegar a un pequeño saliente donde se podía contemplar toda Namimori bajo la lluvia. Apoyó su espalda contra el tronco de un árbol desnudo y se dedicó a dejar la mirada suspendida en el aire, perdida con sus pensamientos y recuerdos, mezclándose con las gotas de agua que recorrían su rostro sin cesar.

-¡¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOIII!!! –el grito lo sobresaltó y lo sacó completamente de su ensimismamiento-. ¡¡Tú!! ¿¡Qué haces perdiendo el tiempo!? ¡¡Deberías estar entrenando para nuestra próxima pelea, basura!!

La voz y el elevado tono le resultaban familiares, por lo que no tardó en deducir que se trataba de Squalo. Un par de segundos más tarde, su deducción fue correcta: el hombre de cabellos grises y largos y de vestimentas de cuero peligrosamente incitantes apareció en frente suya como cayendo del cielo.

-¿De dónde sales? –le preguntó Yamamoto, fingiendo una sonrisa para no mostrar su pésimo estado de humor.

-¡Llevo sentado en las ramas de este árbol poco antes de que llegaras! ¿¡En qué diablos estabas pensando para no darte cuenta de ello!?

-Yo… -desvió la mirada entristecido, incapaz de mentirle.’ ¿Por qué tenía que aparecer ahora justamente él?’, pensó.

Squalo se acercó a él y lo obligó a mirar cogiéndole el mentón con sorprendente delicadeza. Yamamoto descubrió en su mirada un brillo de preocupación, pero parecía más ofendido que preocupado.

-¡Idiota! –le gritó como siempre hacía, pero luego bajó el tono de la voz-. No sabes esconder la verdad, eres demasiado blando. Y ahora dime, ¿qué demonios te pasa para que estés así? Y espero una buena respuesta por tu parte.

-S… qua… lo… -Yamamoto no podía soportar la ferocidad de su mirada, y ello le ocasionaba un atractivo hacia aquel hombre tan… ‘¿Tan qué?’, pensó-. No me pasa nada, tranquilo –sonrió-, tan solo me has pillado distraído. Últimamente he estado muy atareado, y…

No pudo continuar. Squalo le sorprendió pasando su lengua por el rostro de Yamamoto, concretamente por las mejillas. Al separarse, su mirada se había transformado por completo: ya no detonaba la energía de antes, sino una tranquilidad muy impropia de él.

-El sabor de tus lágrimas no se disimula con unas pocas gotas de lluvia –esbozó una media sonrisa, pegándose a él y aprisionándole contra el árbol-. Dime, pequeña basura… ¿Qué te ha hecho llorar?

Yamamoto no contestó. No podía, no le salían las palabras. ¿Cómo iba a hablarle a su rival y antiguo enemigo de la muerte de su padre? Sin embargo, las emociones que sentía en aquel momento se rendían ante el hombre que lograba hacerle sentir tan especial.

No pudo más. Dirigiéndole una mirada llena de seguridad y confianza, Yamamoto besó los dulces y deliciosos labios de Squalo con una infinita ternura. Este último, contento por su victoria, le acarició el cuerpo empapado por la lluvia y le devolvió el beso con mucha más pasión y descontrol.

No tardaron en quitarse los dos sus respectivas camisas. Los besos fluían con rapidez y necesidad, como si aquel fuera el último momento en el que iban a reunirse. Squalo besó el cuello de Yamamoto dándole, de vez en cuando, unos pequeños mordiscos que excitaban al joven espadachín. Yamamoto le desabrochaba el pantalón a la vez en que disfrutaba de sus caricias, olvidándose por completo lo deprimido que estaba antes del encuentro.

Ambos acabaron tumbados en el suelo. Squalo se tumbó encima de él sin dejar de besarle, hasta que Yamamoto puso un dedo sobre sus labios.

-¿Seguro que quieres continuar…? –le preguntó.

-Eres un idiota hasta para esto… -contestó con una sonrisa pícara.

La lluvia recorría ambos cuerpos, desnudos por completo. En ese instante tan especial, Squalo y Yamamoto se fusionaron en uno solo con irrefrenable pasión.

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