martes, 18 de enero de 2011

3ª parte [Especial fin de año] by Bianchi [Todos con todos]

Siento haber tardado tanto n_n. Aquí dejo la continuación jejeje.

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Todavía tembloroso, Gokudera termina de vestirse mientras Yamamoto carga las cajas que su padre le había pedido antes. Gokudera estaba tan cansado que apenas podía mantenerse de pie, pero poco a poco se le fue pasando. Ambos volvieron juntos, sin intercambiar palabra alguna, ni tan siquiera una mirada, a la sala donde estaban todos. Yamamoto fue a darle las cajas a su padre y Gokudera fue a recibir a dos invitados más, que al parecer habían llegado también a través del bazooka de los diez años a pesar de no haber sido alcanzados por él: Lal y Coronello.

-Esa estúpida vaca ya ha estado volviendo a jugar con el bazooka –dijo Gokudera.

-Sea como sea, ya estamos aquí –dijo Coronello-. ¿Dónde está Reborn?

-Me figuro que estará encargándose de esa vaca –respondió Gokudera.

-Será mejor que le ayude –dijo Coronello; le dio un beso a Lal en la mejilla-. Más tarde vuelvo.

-De acuerdo –Lal se fue hacia donde estaban Kyoko y Haru charlando animadamente y se unió a ellas.
Justo en aquellos instantes entraron en la sala Tsuna y Ryohei, el primero con las mejillas encendidas y el segundo con un aire enérgico en la mirada. En cuanto vio que Tsuna entraba en la sala, Gokudera se acercó a él enseguida con el corazón acelerado. Su admirado décimo era mucho mejor que el estúpido del baseball de Yamamoto.

-¡Décimo!

-Um… Ah… Hola, Gokudera-kun –dijo Tsuna sin mucho entusiasmo.

A Gokudera no le sentó muy bien que Tsuna lo tratase con semejante indiferencia, pues para él, Tsuna era mucho más que un amigo, mucho más que un jefe. Aquel comportamiento con su leal mano derecha no era propio del Tsuna enérgico y entusiasmado de siempre.

-Décimo…

-¿Qué ocurre, Gokudera-kun? –preguntó Tsuna.

Por toda respuesta, Gokudera coge a Tsuna de la mano y se lo lleva a fuera nuevamente. Una vez solos, Gokudera lo abraza  con fuerza, preocupado por ya no serle útil.

-Haré todo lo que usted me pida, décimo, todo lo que necesite para sentirse bien… -susurró Gokudera al tiempo que deslizaba la mano hacia los pantalones de Tsuna.

-Go-Gokudera-kun…

Gokudera lo puso de espaldas a él y su mano comenzó a acariciar suavemente su miembro mientras le besaba el cuello suavemente. Por segunda vez en toda la noche, Tsuna no sabía cómo reaccionar, pero como aquello le gustaba no opuso resistencia a lo que Gokudera le hacía. Se sentía bien, se sentía a gusto, el frío que hacía fuera para ellos dos no existía, sus corazones estaban encendidos y el calor se intercambiaba de cuerpos.

En el interior del local, Dino y Hibari siguen besándose recuperando el tiempo perdido de aquellos meses. Hibari apenas se mueve, pero Dino no puede estarse quieto. Pasa sus manos por debajo de la camisa de Hibari, le acaricia la espalda, luego los pezones, después baja hasta sus pantalones donde ya Hibari lo detiene.

-Aquí sería un poco indecente hacer eso –dijo realmente serio-. Más tarde nos vemos en la despensa.

Dino sonrió y lo miró tiernamente, pues Hibari se había sonrojado. Le acarició el cabello y le plantó un suave beso en los labios.

-Nos vemos allí entonces –le susurró al oído.

Dino se separa de él y va a ver si toma algo de beber mientras que Hibari sale de la sala para ir ya a la despensa. Cuando vuelve a girarse y no lo ve, Dino sospecha de a dónde ha ido, pero como él no sabe dónde está la despensa, sale a fuera y se encuentra con Gokudera tocando y besando a Tsuna mientras éste se deja. Lejos de sentirse cohibido o alterado, Dino se siente excitado, y pensando que Hibari puede esperar un poco, se aproxima a ellos. Gokudera tiene bien cogido a Tsuna de la cintura mientras le masajea suavemente el glande. Dino se dispone a ayudar a Gokudera colocándose delante de Tsuna.

-Veo que mi querido hermano está disfrutando mucho –susurró acariciándole la mejilla-. Me parece que me uniré a la fiesta…

Acto seguido besó a Tsuna mientras ayudaba con la mano a Gokudera en la zona baja de Tsuna, a quien cada vez le quedaba menos para irse. Los tres chicos estaban realmente acalorados a pesar del frío que hacía fuera. Tsuna soltaba de vez en cuando gemidos de placer apenas audibles pues Dino aún estaba besándole. Cuando sintió que ya iba a venirse mordió los labios de Dino y el beso de éste se hizo más intenso mientras que él y Gokudera movían sus manos con más intensidad. No tardaron en hacer que Tsuna se viniese. El muchacho se quedó exhausto, ya era la segunda vez que se venía en la noche. Dino y Gokudera se separaron de él y Tsuna se apoyó en la pared, abrochándose el pantalón. Dino sonrió abiertamente y miró a Gokudera.

-Tú también deberías disfrutar más esta noche –le dijo acercándose a él por la espalda.

-Yo… -Gokudera no sabía qué hacer ni qué decir.

No obstante, Dino era muy rápido y ya le había desabrochado el pantalón. Le acarició las piernas subiendo por las ingles y luego le hizo lo mismo que le había hecho a Tsuna mientras que con la mano libre se desabrochaba él el pantalón. Entre tanto, Tsuna los miraba. Dino pasó la mano libre entre las nalgas de Gokudera.

-Vaya, parece que no soy el primero que ha pasado por aquí hoy –dijo al notar más dilatación de la normal.

-Eso no te incumbe… -dijo Gokudera, paralizado.

-Bueno, hará las cosas más fáciles… -susurró Dino, lamiéndole el cuello.

Ayudándose con la mano, su glande entró en Gokudera y comenzó a embestirle suavemente. Tsuna quiso dejarles intimidad, así que entró dentro con los demás. En ese instante, el padre de Yamamoto vuelve a mandar a éste a la despensa, con lo cual sale nuevamente de la sala. Al entrar, se encuentra con Hibari, quien lo mira fríamente al ver que no se trata de Dino. Yamamoto le dirige una sonrisa.

-¿Esperas a alguien? –preguntó.

-¿Qué te importa? –respondió Hibari bruscamente.

Yamamoto entonces se acercó y lo arrinconó contra la pared, tal y como había hecho antes con Gokudera, dejando su cara a escasos centímetros de la de Hibari, la respiración del cual se aceleró a la par que sus latidos. El color acudió a sus mejillas.

-Me importa porque no quiero dejar sola una carita como la tuya –respondió Yamamoto.

Acto seguido lo besó con fiereza, algo a lo que Hibari trató de resistirse pero luego no pudo y comenzó a dejarse llevar. Yamamoto desabrochó con energía la camisa de Hibari y le acarició el pecho y la espalda con frenesí mientras bajaba sus besos al cuello y luego al pecho. Llegados a este punto, Hibari ya no ofrecía resistencia alguna y se dejaba guiar por Yamamoto, aunque su mente estaba puesta en Dino, que parecía tardar más de lo normal en llegar.

Yamamoto lo tumbó bocarriba encima de unas cajas y le bajó los pantalones con fiereza. Hibari no sabía qué hacer, no sabía cómo parar a Yamamoto, y tampoco sabía si quería en realidad pararlo o no. Entretanto, Yamamoto ya se había desabrochado el pantalón e introducía su miembro en Hibari, quien no pudo reprimir varios gemidos cuando Yamamoto comenzó a embestirle. Ambos no tardaron en estar empapados en sudor.

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