sábado, 1 de enero de 2011

1ª parte [Especial fin de año] by Bianchi [Todos con todos]

Bueno, bueno, siento que con un poco de retraso, aquí llega ya al fin, el especial fin de año de Reborn versión yaoi!! ^^ Próximamente la segunda parte con contenido para adultos!!

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El local de Yamamoto ha sido cerrado la noche especial de fin de año, reservado sólo para aquellas personas especiales que conforman la familia Vongola. Adornado con luces por dentro y por fuera, reina un ambiente festivo en el aire. En su interior, todos charlan animadamente unos con otros. Tsuna y Yamamoto comentan un impresionante partido de baseball que ambos habían visto en la televisión la tarde anterior. Ken y Chikusa tratan de ser amables por una vez con Chrome y charlan por una vez sobre un tema no relacionado con Mukuro.  Gokudera, tras coger algo de picar, se une a la conversación de Tsuna y Yamamoto. Hibari, desde un rincón apartado, observa a Dino manteniendo una conversación con Reborn mientras los niños, Lambo e I-pin, corretean jugando con las serpentinas. Ryohei mira con extraña e inusual tranquilidad por la ventana mientras Haru y Kyoko charlan animadamente con la madre de Tsuna y con Bianchi sin prestar mucha atención a los chicos. Todos parecen muy alegres.

-¡Takeshi! –el padre de Yamamoto lo llama desde la barra-. Nos hemos quedado sin atún, ¿puedes ir a la despensa a buscar unas cuantas cajas?

-Está bien, está bien –Yamamoto accede sin problemas-. Tsuna, seguimos hablando cuando vuelva.

-Te acompaño –dice Gokudera-. Seguro que no puedes con todas esas cajas tú solo –añade en tono burlón.

Yamamoto le dedica una agradable sonrisa y no se opone a que le acompañe. Ambos abandonan la estancia quedándose a solas en dirección al almacén. No intercambian palabra alguna de camino. Entre tanto, Hibari sigue observando a Dino en la distancia. No ha apartado sus ojos de él ni un segundo. En ese momento, Tsuna, al quedarse solo, se acerca a él. Al darse cuenta de que no para de observar a Dino, sonríe.

-Acaba de llegar de Italia expresamente para pasar el fin de año con nosotros –dijo, sonriente, pues apreciaba mucho a Dino-. Se le ve de maravilla.

Hibari cierra los ojos y asiente, esbozando una leve sonrisa.

-Comenzaba a ser algo aburrido sin él –musitó.

Al otro lado de la habitación, Ken, sentado muy cerca de Chrome, al fin saca a Mukuro en la conversación que mantienen.

-¿Vendrá Mukuro-sama a celebrar con nosotros el fin de año? –preguntó, con una sonrisa viciosa.

-Tal vez –respondió Chrome, sonriente-. Dijo que sería una sorpresa.

-Entonces la cosa se vuelve interesante –respondió Chikusa, sentado al otro lado de Chrome, mientras le acariciaba suavemente una pierna ascendiendo lentamente.

-Mukuro-sama no tardará en llegar –añadió Ken, lamiéndole una mejilla a Chrome, quien no sabía qué hacer.

A su alrededor, nadie se percata, todos están muy ocupados charlando entre ellos como para darse cuenta. Reborn se percata de que Hibari no hace más que mirar a Dino, a pesar de poder estar hablando con Tsuna.

-Parece ser que tu estudiante tenía ganas de verte –le dice a Dino, quien se vuelve para mirar a Hibari.

-Ah, Kyoya –responde Dino, frotándose ligeramente el cabello-. Ciertamente, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vi, tal vez debería ir a saludarle.

-Sí, deberías –añadió Reborn.

Dino se acercó a Hibari y Tsuna. Hibari lo miraba tan serio como de costumbre, su carácter parecía no haber cambiado en absoluto  desde que Dino se había marchado. Lo saludó con un gesto de mano y una sonrisa.

-Realmente ha pasado mucho tiempo, Hibari –dijo.

Hibari no cambió su expresión ni dijo nada, se dedicó a mirarlo fijamente en silencio. En aquellos instantes, Ryohei se acercó y rodeó los hombros de Tsuna con el brazo en actitud amistosa.

-¡Eh! ¡Sawada! –dijo con un elevado tono de voz, como era costumbre-. Hace un tiempo perfecto para entrenar fuera. ¡Vamos! ¡A lo extremo!

-Pe-Pero… -Tsuna apenas tuvo tiempo para reaccionar y negarse-. ¡Espera! ¡Ryohei!

Ryohei no prestaba atención a sus quejas, ya estaba arrastrándolo hacia la puerta para salir a fuera. Dino los observaba, divertido, sin embargo Hibari hacía como si no hubiese pasado nada. Se había llevado una mano a los cabellos y se los acariciaba lentamente.

-Así que has vuelto –musitó, mirando fijamente a Dino.

-Así es –respondió.

Mientras ambos hablaban, Lambo e I-pin correteaban jugando por toda la sala. Lambo, como de costumbre, armaba mucho escándalo y lo ponía todo de patas arriba. I-pin intentaba que parase. Reborn, cansado ya de aquella actitud infantil del pequeño Bovino, saltó de la mesa y fue a encararse a él. Lambo frenó justo a tiempo.

-¡¡Hahahahahahaha!! ¡Reborn! ¡No eres rival para Lambo! ¡¡Hahahahahaha!! –gritaba y reía Lambo ruidosamente.

-Estúpida vaca, no haces más que causar problemas hasta en fin de año –replicó Reborn, tomando a León como mazo.

-¡No puedes con Lambo! ¡Lambo es el mejor! ¡¡Hahahahaha!! ¡¡HAHAHAHA!!

-Eres realmente ruidoso –Reborn hizo ademán de golpearlo con la maza.

Lambo esquivó el golpe del mazo por los pelos y se inició entonces la persecución por toda la sala. I-pin, cansada ya de aquello, se retiró con las demás chicas. Reborn persiguió a Lambo por toda la sala, lo que hacía que fuese cada vez más ruidoso. De repente, Lambo tropezó y Reborn no pudo frenar, con lo que cayó también. Del pelo de Lambo salió el bazooka de los diez años que cayó sobre los dos y se disparó, provocando una nube de humo.

En la despensa, Gokudera esperaba apoyado en la pared a que Yamamoto encontrase las cajas que le había pedido su padre. Sin embargo, parecía que éste no tenía mucha prisa por encontrarlas. Más bien lo contrario, parecía estar retrasándose el mayor tiempo posible para seguir estando ambos a solas. Finalmente, se incorporó y se estiró, suspirando.

-Ah… Si ese viejo me dijese donde las guarda no tardaríamos tanto –dijo, volviéndose para mirar a Gokudera, que parecía sumido en sus pensamientos; al ver que no lo estaba escuchando, se acercó a él, dejándolo contra la pared, y lo miró fijamente a los ojos-. Dime, Gokudera, ¿en qué piensas?

Los ojos de Yamamoto relucían en la noche con un cierto tono lujurioso. Gokudera, al tenerlo tan cerca, no pudo más que sonrojarse y balbucear palabras sin sentido. Su corazón latía fuertemente.

-Yo… Esto… Eh… -las palabras no acudían a su boca con normalidad-. Ya-Yamamoto, las cajas…

-Las cajas pueden esperar…

Yamamoto se acercó más a Gokudera, quien no hizo nada por evitarlo, y lo besó lentamente cerrando los ojos mientras el otro aún pensaba cómo debía reaccionar. Gokudera cada vez estaba más aprisionado contra la pared, sentía el cuerpo de Yamamoto muy cerca de él, y se sobresaltó cuando una de sus manos se deslizó por debajo de su camiseta acariciándole la espalda mientras la otra le cogía un mechón de cabello.

-No seas tonto y déjate llevar… -le susurró Yamamoto al oído.

Entretanto, Ryohei ha conseguido sacar a Tsuna al patio trasero con la excusa de entrenar extremamente. Tsuna tirita de frío mientras Ryohei observa caer los copos de nieve. Después, mira a Tsuna y se percata del frío que está pasando. Se acerca a él y lo rodea con el brazo.

-No te preocupes, en nada entrarás en calor –le dijo Ryohei con una sonrisa sospechosa.

La mano libre de Ryohei acaricia la mejilla de Tsuna atrayendo su cara hacia la de él. Tsuna podía sentir su aliento tan cerca que comenzó a olvidarse del frío, dando paso a un calor insoportable debido al rápido bombeo de su corazón. Ryohei lo besó fuertemente. Tsuna hizo amago de retroceder pero Ryohei no lo dejó irse. Poco a poco ambos se fueron dejando llevar tranquilamente por la emoción del momento. Con asombrosa fuerza, Ryohei levantó a Tsuna del suelo, haciendo que su cara quedase por encima de la de él, y continuaron besándose mientras los copos de nieve caían a su alrededor.

En el interior del local, Mukuro ya había tomado posesión del cuerpo de Chrome. Para que nadie reparase en su presencia excepto Ken y Chikusa, hizo uso de sus poderes y creó una ilusión que los ocultaba del resto y les permitía actuar con libertad.

-Mukuro-sama, le hemos estado esperando –dijo Ken con su cara cerca a la de él.

-Lo sé, lo sé, pero no puedo aparecerme siempre que yo quiera, requiere mucha energía –respondió Mukuro, acariciando la cara de Ken; después, se volvió hacia el otro-. Chikusa, tus manos están realmente frías, dame.

Cogió las manos del muchacho y las guió hacia su cuerpo. Chikusa automáticamente pasó una mano por los hombros de Mukuro y pasó la otra por debajo de su camiseta, acariciándole el abdomen. Ken, entretanto, besaba el cuello de Mukuro con suavidad, alegre de que él por fin hubiese venido a visitarles de nuevo. A los tres se los veía felices. Pronto se olvidaron de todos cuantos había a su alrededor y, mientras Mukuro y Chikusa se besaban, Ken acariciaba el cabello de Chikusa al tiempo que lamía el cuello de Mukuro.

De la nube de humo provocada por el bazooka de los diez años habían aparecido el Lambo y el Reborn adultos. Al parecer, su relación no había llegado a mejorar mucho a lo largo de los años, pues en cuanto se vieron en la misma habitación, Reborn volvió a seguir persiguiendo a Lambo, quien logró llegar al menos hasta el pasillo. Una vez allí, Reborn logró atraparlo lanzando a León en forma de lazo.

-Realmente ha pasado mucho tiempo, vaca estúpida –musitó Reborn acercando a lambo tirando de la cuerda.

-Demasiado tal vez –balbuceó Lambo, queriendo escapar de allí.

-Ah, bueno, no será para tanto, el efecto pasará en cinco minutos –dijo Reborn, acercándolo más a él hasta el punto en que sus caras estuvieron a punto de rozarse-. Pero hasta entonces…

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