lunes, 14 de febrero de 2011

1ª parte [Especial San Valentín] - By Lal - [Todos]


Tsuna apoyó la cabeza sobre su mano mientras contemplaba por la ventana del aula los cerezos del instituto. Al fin San Valentín, al fin el día que con tantas ansias había esperado durante el comienzo de febrero. Sin embargo… ¿Se atrevería a decirle a Kyoko lo que de verdad sentía…? Si es que sentía algo por ella. Últimamente, se había planteado si la hermana de Ryohei merecía su amor, o simplemente una amistad íntima.

Sacudió la cabeza, intentando poner en orden sus pensamientos, y miró a Gokudera, el cual estaba dos asientos más adelante a su derecha. Él era la razón por la que dudaba entre Kyoko y él. Siempre había estado a su lado, atendiéndole, animándole, cuidando de él como si fuera su tesoro más preciado. Y aquellos pequeños detalles, Tsuna los apreciaba mucho.

Unas horas más tarde, la campana del instituto dio por finalizadas las clases. Tsuna, al pasar por el lado de Gokudera, le dejó un pequeño sobre blanco sobre la mesa y, con la cara sonrojada, corrió hasta salir del aula. Gokudera abrió el sobre, preguntándose qué habría escrito su tan estimado Décimo.

Te espero bajo los cerezos del instituto esta tarde, a las seis y media. No faltes, por favor”.

Mientras tanto, en otra parte del mundo, concretamente en Italia, los Varia descansaban en su mansión tras una temporada de arduas misiones. Bel estaba haciéndole la puñeta a Mammon, mientras que Levi y Lussuria discutían sobre quién debía ser el próximo capitán de estrategia en caso de que el actual muriera. Por otro lado, Squalo se había puesto a trabajar en el jardín con el pecho completamente al descubierto, a la vez en que Xanxus lo contemplaba desde el balcón con una mirada insinuante. El jefe de los Varia tenía unas vistas espectaculares.

-Eh, escoria –le llamó desde donde se encontraba, mirándole con una sonrisa poco habitual en él.

-¿Hm? –Squalo se giró secándose el sudor de la frente.

-¿Qué diablos estás haciendo? Se supone que estas vacaciones os las he dado para descansar, no para estropear ese cuerpo tan exquisito.

-¡VOOOOOOOOOII! ¡Haré lo que me dé la gana en las vacaciones!

-Pero no has contestado a mi pregunta. ¿Qué diablos estás haciendo?

-Hmm… No te importa.

-¿Uh? No irás a regalarme rosas, ¿verdad? Hoy es el día de San Valentín.

Había dado justamente en el clavo. Squalo desvió la mirada, escondiendo tras de sí el ramo de rosas que antes, accidentalmente, había dejado al descubierto. Sin embargo, la reacción de su jefe fue muy inesperada para él: de un salto, Xanxus se plantó delante de él y le cogió el ramo de rosas, oliéndolo sin dejar de mirarle con ese brillo en sus ojos tan lleno de lujuria reprimida.

-Estate listo para esta noche… Va a ser muy especial para ambos –le susurró.

Y dicho esto, guiñándole un ojo a Squalo, Xanxus dio media vuelta y entró en la mansión con las rosas rojas en la mano, aferradas como si fueran a arrebatárselas en cualquier momento.

De nuevo en Japón, Hibari deambulaba por Namimori hasta que llegó al sitio indicado en la carta: un parque infantil. Miró a su alrededor, esperando con impaciencia a que él apareciera. Sabía que tardaría un poco más de la hora quedada por su habitual torpeza, pero si tardaba más de lo pensado, se marcharía sin más, aunque con una gran pena en su frío corazón. Sabía que él era el único capaz de alegrarle los días, y si le dejaba plantado el día de san Valentín, no se lo perdonaría.

Era un día cualquiera para él, tan solo un día en el que se consumía más de lo habitual. Pero Dino le había prometido darle una pequeña sorpresa en esa fecha, y si el caballo salvaje podía sorprenderle, significaba que su relación a escondidas cambiaría para mejor.

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